Hubo un día en que la humanidad entendió que el miedo a la oscuridad no es más que el miedo a la mortalidad.
Porque la inmortalidad la vemos reflejada en la inmensa vida de ese objeto inerte, inmaterial, planetario: la sombra.
La sombra no es más que una parte de algo más, nacida de la oscuridad, la vida así lo es en un cuerpo, nacida de la luz.
Y aun cuando la luz no nazca, la sombra siempre existirá, ahí, en lo negro, lo ciego, lo muerto, que está vivo en la nada.
Nada de todo lo que vemos carece de sombra, porque la sombra no es nada sin vos, pero siempre está ahí, latiendo.
Camina de paso en paso, de este a oeste, de día a la noche y la noches, no es más que la sombra del día.
Y el día, una afortunada existencia del sol, tu dios, tan mortal como la vida, el universo y como todo.
Pero no como la sombra.
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