He abandonado el mundo que siempre exploré.
No he compuesto música.
No tengo inspiración.
No siento nada.

Mi caligrafía es un fiel reflejo de mi realidad actual.
Se desvanece y se olvida de quien es junto con el arte misma.

Tanta televisión alrededor, tanta procastinación en internet.
Tanta banalidad diaria, tan lleno se cree uno consumiendo el vacío.

No era tan triste el momento en el cual de las cenizas de la tristeza uno renacía en forma de composición musical con letra sacada de lo profundo del pecho de un pibe de 19 años.

Triste es tener 26 años y no llorar por nada, no sentir nada que te conmueva como antes.
Triste es no poder decirle a alguien que lo amas, no poder crear ni sentir al tocar lo que creaste.

No sabes que sola y triste se siente la noche cuando no hay nadie en quien pensar ni nadie con quien charlar.
Qué bronca siento cuando veo que el mundo actual con un espejismo te hace creer que todo está bien y al despertar ver el desierto oculto lo desierto y solo que estás.

¿Qué hay hoy para ver? Nada.
¿Qué andas escuchando ahora? El Silencio.

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